Desde la antigüedad los hombres más primitivos han sentido la necesidad de encontrar un significado a todos los factores, fenómenos y ciclos naturales que condicionaban su existencia. Es por ello, por lo que los interpretaban y personificaban tratando de encontrar una explicación para ello.

Con aquellas respuestas es por lo que cada pueblo ha creado su religión, sus creencias y sus mitos, sintiéndose identificados con ellos, así como sus mitos y sus leyendas. Esto dio lugar a una estrecha relación entre la Naturaleza y el ser humano, envolviendo a esta cultura de un etéreo aura de magia y misticismo.

Estos mitos y creencias han sido transmitidos desde tiempos ancestrales de generación en generación que pese a la llegada de la Cristianización y el contacto con otras culturas no sufrieron la destrucción de estas, si no que siguieron gracias a la gran tradición oral vasca, por lo que han sido conservadas y revividas entre la gente.

La cosmogonía vasca estaba dividida entre dos mundos, el mundo de los del día (egunekoak) o el de los vivos y el mundo de los de la noche (gauekoak) o el de los muertos. Para los antiguos vascos el significado de la muerte no era tan lúgubre como puede resultar viéndolo desde la perspectiva occidental actual. Al morirse una persona, simplemente, pasaba a formar parte de un estado existencial diferente. Se decía en aquellos tiempos que, "Eguna egunekoentzat [el día para los del día (los vivos)] eta gaua gauekoentzat [y la noche para los de la noche (los muertos)]"
Volcaban su fe en los elementos de la Naturaleza, y las dos grandes regían sobre las demás, estas eran el Dios del firmamento, Ost, y la Diosa de la Luna, Ilargia.

Ost, equivalente al Zeus griego o al germánico Thor, el Dios del cielo junto con Eguzki, Dios del sol, el cual tenia una gran importancia por su carácter sagrado, propiedades naturales y por su poderío frente a los espíritus nocturnos; pertenecían al mundo de la luz y del día.

Por otro lado, Ilargia, pertenecía al mundo de las Tinieblas y del lado oculto de la Naturaleza. Es una divinidad femenina y es hermana del sol, Eguzki, e hija de la Madre Tierra, Mari. Ilargia "luz de muertos", la luna alumbraba así mismo también a las almas de los muertos y los demás dioses y espíritus nocturnos. Su influencia es de suma importancia según las fases lunares, tanto el sol como la luna vuelven diariamente a su seno tras sus respectivos recorridos por el cielo el día y la noche.
Esta religión, contaba con una trinidad integrada por Mari y sus dos hijos Atarrabi (la representación del bien) y Mikelats (la representación del mal), de los que surgían el resto de númenes y espíritus tanto benévolos como malévolos.

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